Aprendiendo y decorando

Creo que progreso adecuadamente en materia costuril... o por lo menos en atrevimiento. Y si no, mirad los cojines que he hecho para el banquito de entrada de mi casa (las fotos no son demasiado buenas, ya que no entra mucha luz en esta habitación)

El rectangular me ha costado un mundo de terminar, es un rectángulo de espuma que compré cortado a medida. Como la tela no desliza sobre la espuma, le cosí primero una funda totalmente ajustada con una sábana blanca vieja de algodón. Esta funda no se puede quitar, y sirve para proteger la espuma y permitir que se pueda poner y quitar con facilidad la funda exterior, para poderla lavar en caso necesario.

La funda exterior está hecha con lino gris de Ikea, los bordes los he rematado con un biés de algodón en color turquesa relleno de cordón, para que tenga un poco de estructura.

En el lateral trasero he puesto una cremallera que me permite sacarla con toda facilidad.

Y por último, la he acolchado un poquito cosiendo tres botones que he forrado yo misma. Eran tres botones enormes y feos, cuyo aspecto ha mejorado mucho gracias a este tutorial de Dulces Pilukas ¿no es estupendo y fácil?

Con la misma tela empleada para forrar los botones he hecho el cojín pequeño.

Aquí nos descalzamos al entrar en casa y nos ponemos cómodos... ¿qué os parece?

Bolso y alpargatas muy vegetales

Todavía falta un poco, pero ¿a que este conjunto ya tiene pinta veraniega?

Pues es un regalo hecho por mí que ha recibido Lucía por su 13 cumpleaños ¡es toda una mujercita! Así que, para celebrarlo, le he cosido un bolso y unas alpargatas de esparto con esta simpática tela estampada de cactus, que últimamente le encantan.

Para las alpargatas utilicé como patrón la propia tela de unas baratas que descosí. Solo llevaban una capa de tela, pero yo las hice forradas, sacando dos veces el patrón, una con la tela exterior y otra con la interior. Dejando el apropiado margen de costura, se cosen ambas telas derecho con derecho, se les da la vuelta, cerramos la abertura a punto escondido y ya tenemos cada pieza forrada. Sobre la tela interior planché entretela adhesiva muy fina, para que tuviera un poquito de cuerpo. Luego se cosen la parte delantera y la trasera con unas puntadas, tal y como están las "originales" y por último se cose todo el conjunto a la suela, acoplándolo previamente con alfileres que se clavan sin ningún problema en el esparto. Para coser he utilizado una aguja para lana con hilo mouliné, cogiendo los 6 hilos a la vez; se cose a punto de festón.

El bolso lo he hecho con la ayuda de este tutorial de Mrs. H, Lleva una correa ajustable en longitud, que hice con dos cintas de otomán cosidas entre sí, una negra y la otra magenta; y unas anillas recicladas de otro bolso. La parte de abajo es redondeada y está forrado con la misma tela negra a topos que las alpargatas.

Se cierra doblando la parte de arriba sobre la de abajo, pero aquí se ve desplegado y tiene mucha capacidad.

El cierre es un botón magnético normal, y en la parte de dentro he cosido un bolsillo con la loneta exterior, dividido en tres partes. 

¡A Lucía le ha encantado! Y eso que le dije que si no le gustaba mucho, que me lo quedaba yo (jejeje)... pero no me ha devuelto ninguna de las dos cosas ¡bien!

La caja de la suerte (o quizá debería decir de la contienda)

Desde que tengo memoria, en casa de mi madre se juega al parchís. Pero no como un pasatiempo inofensivo, no. Es un campo de batalla en el que las hermanas no se reconocen como hermanas y donde pueden dilapidarse escalofriantes sumas de dinero (que pueden incluso llegar a los ¡¡25 céntimos!!). Eso sí, sin violencia y con total concentración... Toda la vida llevo oyendo el repiqueteo de los dados en los cubiletes, el movimiento de las fichas sobre el cristal a una velocidad de vértigo (mi madre y mis tías son verdaderas calculadoras humanas), y sobre todo las réplicas que se dirigen mientras juegan:
- Mi madre: ¡Cuatro! Un, dos, tres y cuatro.
- Mi tía: Margarita tiene un gato.
- Mi madre: ¡Muerta!
- Mi otra tía: ¡Adiós, Pampa!
- Mi tía: ¡Ya has vuelto a ganar! ¡Ganona, que eres una ganona!
- Mi otra tía: Oye, yo así no vuelvo a jugar... me voy a casa y te debo 5 céntimos.
- Mi madre: Va, hacemos la última.
- Mis tías al unísono: Va, pero la última que me he dejado la lavadora puesta (o la tarea que sea).
- Cualquiera: Dolores, no te acalores...
Y así durante horas, sobre todo en verano. Jamás tengas la idea de jugar con ellas, porque acabarán moviéndote ellas mismas las fichas (porque tú eres una lenta), o diciéndote a qué casilla tienes que ir (porque tú eres una lenta), o diciéndote a quién tienes que matar (porque tú eres una lenta), y a la vez poniéndose nerviosísimas, ya que no solo cuenta la partida, cuenta, y mucho, la velocidad de juego.

Como sin duda alguna el parchís no es lo mío, o al menos no en estas condiciones, me he ocupado del utillaje. Así que le he hecho a mi madre esta caja para guardar los cubiletes, dados y fichas, y cómo no, las abundantes ganancias.

La caja está forrada con tela de algodón, negra lisa y de lunares. Por dentro he hecho cinco compartimentos: cuatro para los cubiletes, fichas y dados, cada uno en su color, y otro para las ganancias. Los compartimentos triangulares están forrados con tela de encuadernar.

Para el cierre he utilizado una tira de cuero rojo con el automático ya puesto, que compré en la Feria Creativa.

Y el amuleto de la suerte que no falte: el gallo de Portugal, que he visto en múltiples modelos y colores desde siempre en mi casa para prestar asistencia espiritual a las contrincantes ¡por lo menos este no se romperá!