Es una colección de seis fachadas de casitas que luego se montan en forma de mini cesta (mide algo más de 20 cm) y que en mi caso ahora sirve para guardar los medicamentos que casi siempre tenemos por encima del banco de la cocina. He pasado largos ratos entretenidísima y el resultado me encanta... como todo lo que hasta ahora conozco de este grupo.
Ha sido toda una investigación arqueológica seleccionar pequeños materiales que me pudieran ser útiles y coordinaran, no tenía mucha abundancia pero el conjunto ha quedado bonito. Las casitas son fáciles de hacer, en lo que te detienes más es en las aplicaciones y bordados. No era muy amiga de las aplicaciones pequeñas pero con esta labor creo que he hecho un master.
Hala, voy a ver si me vuelvo a reconcentrar en las labores inacabadas. Aunque creo que es una batalla casi perdida. En esta situación de pérdida de las rutinas conocidas lo que más me apetece es salirme totalmente de ellas y sumergirme en esa sensación fantástica de ser dueña de al menos una parte de mi tiempo. ¡Momento de república independiente!