Empiezo el año con una labor destinada a combatir el frío, esta nueva funda nórdica en la que he consumido la totalidad de un layer cake de telas maravillosísimas con estampados de William Morris que tengo desde hace años y que me daba pena cortar. Comprendéis esa sensación, ¿verdad?
Adoro los diseños de William Morris, a quien descubrí con este bordado que me tenía un poco obsesionada hasta que conseguí comprar el gráfico, los hilos y la tela y lo convertí en estuche.
Me encantan estas fantasías vegetales de colores tan armoniosos y cálidos, que ahora envolverán mi edredón cuando haga mucho mucho frío. Como no había telas suficientes y para quitarle un poco de peso a tanto estampado, las combiné con otros retales lisos o casi lisos que ya tenía, y para los laterales usé telas de algodón de Ikea.
Aquí os lo enseño tal cual lo acabé, un poco arrugado pero estupendo considerando mi nivel no muy experto de patchwork. Mi mayor logro ha sido no necesitar apenas acolchado, tarea para la que no me veo capacitada (sobre todo en cuanto a dosis de paciencia) en una labor de esta superficie. Para ocultar toda la maraña de costuras de la parte superior, la uní con una sábana blanca antigua que guardaba, cosiendo líneas rectas en el mismo lugar en el que están las costuras de los cuadrados, así que no se ven (demasiado). Para darle forma de funda nórdica, añadí una segunda sábana blanca creando la bolsa donde meter el edredón.
Mirad, mirad qué bonitas flores y hojas...
Ya digo que agoté todas las telas. Con los restos pequeñitos hice una decoración para el borde de las fundas de almohada:
Y colorín, colorado, este finde estreno funda.
